ADN
Los Haluros de plata son cristales sensibles a la luz, me gusta creer que mi obra cause una reacción químico – emocional en la persona que la observe más allá de sus ojos.
Todos queremos entender el mundo que nos rodea, pero algunos lo hacemos adentrándonos en el límite difuso entre lo real y lo imaginario, llegando a crear una realidad propia entre el equilibrio y el misterio, entre lo temporal y lo atemporal, entre lo estático y lo fluido, entre lo sólido y lo efímero y entre lo delimitado y lo difuso. Una realidad electa sin temores, comprendida desde la libertad y asociada con lo placentero.
Un rompecabezas fantástico como fue logrado por Turner, un mundo donde nos podamos sumergir no despojado de una atmosfera ambigua que nos permite flotar.
Una vez adentro percibimos una armonía no estática, una tensión creativa que permite reconocer una independencia que tiene como fortín la luminosidad, los colores y los espacios que son objeto de asociaciones y recomposiciones.
De pronto miras hacia los lados y hasta escuchas música etérea, puedes divagar, dejarte llevar por el viento, correr hacia el horizonte imperfecto como pliegues entre la niebla.
Un tenue desenfoque puede conectarte con tu realidad onírica o con un místico sueño lucido que sea pura energía, creación y pasión.